La recolección y el secado del higo seco se han convertido en elementos claves para mejorar la trazabilidad y seguridad alimentarias del sector del higo. El Grupo Operativo del Higo Seco, que coordina Adismonta y que cuenta con la presencia de destacadas cooperativas, empresas instituciones investigadoras como Cicytex y UEX, es consciente de ello.
“En las últimas décadas, el aumento de la demanda de higo seco ha supuesto un mayor interés del sector productivo y de la industria transformadora por este producto de elevada calidad nutricional. Un punto clave en este cultivo es la recolección y el secado de los higos. En las plantaciones tradicionales de secano con amplios marcos de plantación, la recolección se realiza en el suelo, los higos caen a medida que avanza su maduración y continúan secándose de forma natural al sol. Este proceso, que se realiza 2 ó 3 veces desde mediados de agosto hasta finales de septiembre, tiene como ventaja los bajos costos de capital y operación. Sin embargo, propician el contacto de los higos con diferentes insectos parásitos que no solo limitan de manera significativa la producción de higos, sino, lo más peligroso, la relación insectos-hongos-micotoxinas compromete seriamente la viabilidad de este cultivo por su peligrosidad”, aseguran los responsables del Grupo Operativo en su proyecto.
Otro punto crítico en el cultivo del higo seco tiene que ver con el momento en que el producto llega a la cooperativa o la empresa transformadora desde el campo. “Técnicas utilizadas en la industria como el escaldado y posterior secado, unido a largos periodos de almacenamiento en cámaras con temperaturas no adecuadas, favorecen nuevamente la proliferación y el desarrollo de insectos y mohos en los higos a lo largo de su almacenamiento y comercialización. Todos estos problemas aumentarán gravemente ya que el producto utilizado actualmente por los agricultores para la desinsectación de higos tiene limitada su autorización oficial (MAPAMA), según el Grupo Operativo.
Los higos secos son almacenados a temperaturas entre 6ºC a 30ºC hasta su comercialización (entre 3 a 12 meses), siendo una etapa crítica para el desarrollo fúngico y la producción de micotoxinas. Antes de salir al mercado los higos son escaldados a temperaturas entre 60ºC y 100ºC durante 2-3 minutos y posteriormente secados, generado condiciones de temperatura y humedad que favorecen de nuevo la proliferación de hongos toxigénicos.
Para el control de micotoxinas, la industria utiliza lámparas ultravioleta que permiten visualizar la presencia o no de fluorescencia que indican la existencia de contaminación. Este control depende de la cualificación del personal, así como de la concentración y tipo de micotoxina producida. El sistema no garantiza la inocuidad del producto. Entre las tecnologías alternativas propuestas en diferentes países destacan la utilización de estufas o secadores artificiales de aire caliente, tratamientos químico como bisulfato de sodio, dióxido de sulfuro solo o en combinación con peróxido de hidrógeno, emulsiones de ésteres de metilo y etilo o tratamiento alcalino usando soluciones acuosas, tratamientos con ozono, aplicación de sustancias antimicrobianas de origen vegetal o de microorganismos antagonistas como control biológico.
La total trazabilidad que exigen las cadenas de distribución modernas, tanto para el mercado nacional como para el internacional, obligan a buscar soluciones a estos desafíos para el sector. Siempre con la finalidad de que el higo seco llegue envasado al cliente final en las mejores condiciones higiénico-sanitarias, pero también de sabor y gusto. “La evolución actual de las tendencias del consumo hacia productos naturales con garantía total de seguridad es imparable, de ahí que el desarrollo del proyecto y el alumbrar soluciones a la problemática planteada, sea de una necesidad imperiosa desde el punto de vista de los consumidores”, asegura el Programa Operativo.